Motorsport
is dangerous. Con esta frase quiero empezar esta entrada que no será un repaso
a la carrera de Anthoine Hubert. No será un análisis del accidente. No veréis
imágenes del mismo. Esta entrada es una simple carta de un humilde servidor,
que pretende aportar su granito de arena al recuerdo de Anthoine.
Unas horas después se supo la noticia. Nos había dejado.
Había perdido la vida en el Raidillion. En una de las curvas más peligrosas del
calendario. Haciendo lo que amaba. Competir. Porque si hay algo que nos une a toda
la familia del automovilismo es el amor a la competición. A las carreras. A los
coches. No solo hemos perdido a un piloto y a una joven promesa. Hemos perdido
a un hermano de esta familia. Esta tragedia nos golpea a todos.
Permítanme que estos párrafos tomen un cariz personal. Para los
más veteranos seguidores del automovilismo, ver a un piloto perder la vida era,
por desgracia, algo habitual. Esta situación no les pilla de nuevas, pero no
por ello deja de ser chocante.
Pero nuestra generación, los que crecimos con los Schumacher,
Alonso, Räikkonen, Hamilton… En contadas ocasiones nos hemos enfrentado a una
situación así gracias a las mejoradas medidas de seguridad. Tenemos los
precedentes de Henry Surtees, de Dan Wheldon, de Jules Bianchi, de Justin
Wilson, de María de Villota… Pero ha vuelto a suceder. Hemos vuelto a
encontrarnos con la muerte en una carrera. Y es algo que no es fácil de digerir.
Anthoine nos ha dejado. Su sueño, que tomaba un recto
camino, se ha visto truncado. Una joven promesa que apuntaba maneras. El mejor
rookie de la temporada, sin lugar a dudas. Con tan solo 22 años. Con toda una
vida por delante. Con todo un sueño por delante. Nos ha roto el corazón.
Nunca. Repito, nunca debemos olvidar la frase con la que
empezaba esta entrada. Motorsport is dangerous. Incluso con las más avanzadas
medidas de seguridad, estos locos se juegan el tipo a 300 km/h por y para
nuestro disfrute. Somos aficionados a un deporte de riesgo. Nunca lo olvidemos.
Ni esto ni a Anthoine.
Descansa en paz, campeón. Que la tierra te sea leve.
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