Hoy no es un día cualquiera. Tal día como hoy, 21 de marzo, pero de 1960, nacía en Sao Paulo Ayrton Senna da Silva. Uno de los más grandes pilotos de la historia, considerado por muchos el mejor. 3 veces campeón del mundo, 162 grandes premios, 65 poles, 81 podios y 41 victorias. De esas, muchos recuerdan las más míticas, como Brasil 1991, Europa 1993... pero hoy vamos a recordar su primera victoria, en el GP de Portugal de 1985, de la mano de Abel Cruz, periodista de Red Bull Spain (@ACPhotoCorse en Twitter), en un artículo que también tenéis disponible en nuestra guía de F1 de 2019 (que podéis leer haciendo click aquí).
En 2019 se cumplen 25 años del fallecimiento de Ayrton Senna. Una efemérides que no tiene ni pizca de gracia, primero porque el brasileño se fue, y segundo -desde un punto de vista más trivial- porque el paso del tiempo da un poco de asco. De Ayrton se recuerdan, típicamente, el GP de Mónaco de 1984, cuando irrumpió en la escena del Mundial, y el de Europa de 1993, cuando pasó por encima a los mejores de esa temporada, en una vuelta. Por ello quiero hablar del otro gran GP del paulista, en su biografía.
Hay que estar zumbado, literalmente, para meterse a saco en un circuito, con un monoplaza de Fórmula 1 y tres dedos de agua en la pista. En la época actual, aún, porque la seguridad ha mejorado lo inimaginable, si lo comparamos a cuando empezó todo este tinglado.
Sin embargo, hace 34 años, en plena época turbo, con un diseño de coches radicalmente diferente, y unas medidas de seguridad activas y pasivas casi en pañales -de nuevo, comparadas con la época actual-, era de estar muy, pero que muy colgados. Acordaos del mencionado GP de Mónaco de 1984, cuando Ayrton Senna y Stefan Bellof hicieron malabarismos sobre el principado.
Esa victoria de Senna le fue robada por política. Casi un año después, el brasileño se vengó, en sentido figurado.
Por aquel entonces, Lotus aún intentaba recuperarse de la muerte de Colin Chapman, en diciembre de 1982. Desde la época de Mario Andretti y Ronnie Peterson, el equipo solo había ganado una vez, con Elio de Angelis. La llegada de Senna -el rookie de la temporada ’84, para acompañar al prometedor italiano- daba un halo de esperanza al equipo.
El Gran Premio de Portugal de 1985, segunda ronda de la temporada, tuvo poco que ver con la
prueba anterior, en Brasil. Entonces, Alain Prost venció a pesar de empezar sexto en parrilla. En Estoril, la cosa fue diferente. Prost salió desde la segunda posición de parrilla, a cuatro décimas del poleman Senna, mientras que el piloto que algunos decían que debería haber ganado en Brasil -Michele Alboreto, en Ferrari- fue quinto al sufrir con la tracción del Ferrari saliendo de las curvas. No obstante, lo que llamó la atención fue la seguridad y el aplomo de Senna, tanto con asfalto húmedo como mojado.
Del resto de participantes, Keke Rosberg enmendó un error del viernes con un tercer puesto el sábado, a pesar de no haber sacado el máximo de sus gomas de clasificación; de Angelis fue cuarto a un segundo de su compañero de equipo, en parte porque el turbo de su Lotus murió al final de su mejor vuelta; y el top 6 lo completó un combativo Derek Warwick, con el Renault, paliando los problemas de carga aerodinámica y de suspensión del RE60 y la falta de potencia del ‘motor viejo’ de los galos, el EF4.
Tras dos jornadas de tiempo cambiante -aunque las sesiones importantes se llevaron a cabo con el asfalto más bien seco-, el domingo llovió sin cesar. El mayor problema al que se enfrentaron los equipos fue al de no saber cómo rendirían sus coches y sus gomas, porque todos los test de pretemporada se habían hecho en seco. En clasificación, las Goodyear (montadas por McLaren, Ferrari, Williams, Tyrrell, Lotus, Renault, Arrows, Alfa Romeo, Zakspeed y Lola) eran mejores que las Pirelli (usadas por Brabham, Ram, Toleman, Spirit, Minardi, Ligier y Osella). Pero en carrera, las diferencias eran menores… en seco.
Por si acaso, se permitió que los pilotos diesen algunas vueltas para calibrar el estado de la pista.
Mansell -ya en Williams- se salió y tanto él, como Pierluigi Martini (Minardi), como Eddie Cheever (Alfa Romeo) salieron desde el pit lane.
En la salida, Senna hizo buena la pole, y de Angelis superó a Rosberg fácilmente (el Williams se caló) y Prost para situarse segundo. De los que salieron tras el pelotón, Mansell fue el que mejor evolucionó, alcanzando con cierta rapidez a los rezagados e iniciando una notable remontada.
Al final de la primera vuelta el orden era Senna, de Angelis, Prost, Alboreto, Warwick, Niki Lauda (McLaren), Andrea de Cesaris (Ligier), Patrick Tambay, Nelson Piquet (Brabham) y el debutante en
Ferrari, Steffan Johansson. Nelson no tardó en verse superado sin remedio por el segundo Ferrari, por el Alfa de Patrese y el Arrows de Boutsen. En la vuelta 5, una mala frenada del italiano tratando de superar a Johansson, acabó con sueco haciendo un trompo y con Riccardo trompeado y retirado.
Pasadas 10 vueltas, Senna ya tenía 12 segundos de ventaja sobre su compañero de escuadra, gracias a una conducción sin apenas fallos. Tras de Angelis, Prost y Alboreto presionaban al Lotus, mientras la lluvia ganaba en intensidad. Para entender el infame estado de las cosas, Jacques Laffite sólo aguantó quince vueltas antes de meter su Ligier a boxes asegurando que seguir pilotando era peligroso e inútil, con esas gomas; y, pocas vueltas después, su jefe de equipo -Gerard Larrouse- llamó a boxes a su compañero de escuadra -de Cesaris- al ver que incluso yendo a paso de tortuga se estaba jugando un accidente.
Por otro lado, Brabham se tomó la carrera como una sesión de test, con Piquet bajando del coche, explicando cosas a los mecánicos e ingenieros y llegando a cambiarse de mono. Cuando quedó claro que no sólo se estaba poniendo en peligro a sí mismo, sino también a los demás, el equipo decidió retirarlo de la prueba.
Tras una lista de incidentes demasiado larga como para recitarla en estas líneas, en la vuelta 30, Senna ya estaba a 30 segundos por delante del otro Lotus, el primer McLaren, el primer Ferrari y ambos Renault (Tambay y Warwick, por este orden). Un giro después, Prost sufrió un aquaplaning bestial y se empotró contra el guardarraíl, en la zona de final de recta.
Incluso Senna creía que las condiciones eran tan deplorables que se le pudo ver en varias vueltas haciendo vistosos gestos hacia los boxes pidiendo que se parase la prueba. Poco a poco, el trazado luso cogió el aspecto de un campo de batalla, con coches tirados en los arcenes: McLaren, Minardi, Arrows, Tyrrell…
En la vuelta 43, Alboreto por fin lo vio claro para superar a de Angelis, y tras lograrlo, éste último trató de devolverle la maniobra, pero se salió en una zona de grava. A pesar de controlar bien el coche, Elio se vio obligado a bajar el ritmo para evitar más problemas y acabó en la cuarta plaza final, justo por delante de Mansell, autor de la remontada del día. De los Renault, sólo Tambay mantuvo el ritmo ligeramente, acabando tercero a una vuelta. Y Alboreto aseguró unos puntos valiosos, con su segundo puesto consecutivo en dos carreras, que le situaban como líder de la general.
Tras 67 de las 69 vueltas programadas -o dos horas, como establece el reglamento-, Senna fue proclamado vencedor, aunque a punto estuvimos de ver un accidente bastante bestia.
Si habéis visto algún vídeo de la bandera a cuadros, recordaréis que varios mecánicos de Lotus se metieron en la pista para celebrar la victoria, que Senna levantó el pie por si acaso, y que detrás
llegaba Mansell, a tope en la recta. Al encontrarse a Senna, tuvo que girar hacia la izquierda para evitarle y con ello, el inglés se metió en la hierba, derrapó unos 50 metros, antes de controlar el coche y volver al asfalto.
Ante los medios, Senna aseguró que las condiciones fueron tan cambiantes que jamás pudo ver qué sucedía detrás de él, que era muy complicado mantener el coche enderezado en las rectas, y que -como ya hemos comentado antes- debería haberse parado la carrera. Incluso, admitió que estuvo a punto de trompear en plena recta, como hizo Prost.
Aquel fue el primer GP que no ganó McLaren desde el de Gran Bretaña de 1984, ocho carreras antes. En cuanto a Senna, lograría seis poles más en 1985, y otra victoria, en Spa-Francorchamps. Esos dos triunfos, otros dos segundos puestos (en Austria y Brands Hatch) y otros dos terceros (en Zandvoort y Monza), le aseguraron la cuarta plaza a final de año.
Un mero aperitivo de lo que vendría después.
Abel Cruz - @ACPhotoCorse
En 2019 se cumplen 25 años del fallecimiento de Ayrton Senna. Una efemérides que no tiene ni pizca de gracia, primero porque el brasileño se fue, y segundo -desde un punto de vista más trivial- porque el paso del tiempo da un poco de asco. De Ayrton se recuerdan, típicamente, el GP de Mónaco de 1984, cuando irrumpió en la escena del Mundial, y el de Europa de 1993, cuando pasó por encima a los mejores de esa temporada, en una vuelta. Por ello quiero hablar del otro gran GP del paulista, en su biografía.
Hay que estar zumbado, literalmente, para meterse a saco en un circuito, con un monoplaza de Fórmula 1 y tres dedos de agua en la pista. En la época actual, aún, porque la seguridad ha mejorado lo inimaginable, si lo comparamos a cuando empezó todo este tinglado.
Sin embargo, hace 34 años, en plena época turbo, con un diseño de coches radicalmente diferente, y unas medidas de seguridad activas y pasivas casi en pañales -de nuevo, comparadas con la época actual-, era de estar muy, pero que muy colgados. Acordaos del mencionado GP de Mónaco de 1984, cuando Ayrton Senna y Stefan Bellof hicieron malabarismos sobre el principado.
Esa victoria de Senna le fue robada por política. Casi un año después, el brasileño se vengó, en sentido figurado.
Por aquel entonces, Lotus aún intentaba recuperarse de la muerte de Colin Chapman, en diciembre de 1982. Desde la época de Mario Andretti y Ronnie Peterson, el equipo solo había ganado una vez, con Elio de Angelis. La llegada de Senna -el rookie de la temporada ’84, para acompañar al prometedor italiano- daba un halo de esperanza al equipo.
El Gran Premio de Portugal de 1985, segunda ronda de la temporada, tuvo poco que ver con la
prueba anterior, en Brasil. Entonces, Alain Prost venció a pesar de empezar sexto en parrilla. En Estoril, la cosa fue diferente. Prost salió desde la segunda posición de parrilla, a cuatro décimas del poleman Senna, mientras que el piloto que algunos decían que debería haber ganado en Brasil -Michele Alboreto, en Ferrari- fue quinto al sufrir con la tracción del Ferrari saliendo de las curvas. No obstante, lo que llamó la atención fue la seguridad y el aplomo de Senna, tanto con asfalto húmedo como mojado.
Del resto de participantes, Keke Rosberg enmendó un error del viernes con un tercer puesto el sábado, a pesar de no haber sacado el máximo de sus gomas de clasificación; de Angelis fue cuarto a un segundo de su compañero de equipo, en parte porque el turbo de su Lotus murió al final de su mejor vuelta; y el top 6 lo completó un combativo Derek Warwick, con el Renault, paliando los problemas de carga aerodinámica y de suspensión del RE60 y la falta de potencia del ‘motor viejo’ de los galos, el EF4.
Tras dos jornadas de tiempo cambiante -aunque las sesiones importantes se llevaron a cabo con el asfalto más bien seco-, el domingo llovió sin cesar. El mayor problema al que se enfrentaron los equipos fue al de no saber cómo rendirían sus coches y sus gomas, porque todos los test de pretemporada se habían hecho en seco. En clasificación, las Goodyear (montadas por McLaren, Ferrari, Williams, Tyrrell, Lotus, Renault, Arrows, Alfa Romeo, Zakspeed y Lola) eran mejores que las Pirelli (usadas por Brabham, Ram, Toleman, Spirit, Minardi, Ligier y Osella). Pero en carrera, las diferencias eran menores… en seco.
Por si acaso, se permitió que los pilotos diesen algunas vueltas para calibrar el estado de la pista.
Mansell -ya en Williams- se salió y tanto él, como Pierluigi Martini (Minardi), como Eddie Cheever (Alfa Romeo) salieron desde el pit lane.
En la salida, Senna hizo buena la pole, y de Angelis superó a Rosberg fácilmente (el Williams se caló) y Prost para situarse segundo. De los que salieron tras el pelotón, Mansell fue el que mejor evolucionó, alcanzando con cierta rapidez a los rezagados e iniciando una notable remontada.
Al final de la primera vuelta el orden era Senna, de Angelis, Prost, Alboreto, Warwick, Niki Lauda (McLaren), Andrea de Cesaris (Ligier), Patrick Tambay, Nelson Piquet (Brabham) y el debutante en
Ferrari, Steffan Johansson. Nelson no tardó en verse superado sin remedio por el segundo Ferrari, por el Alfa de Patrese y el Arrows de Boutsen. En la vuelta 5, una mala frenada del italiano tratando de superar a Johansson, acabó con sueco haciendo un trompo y con Riccardo trompeado y retirado.
Pasadas 10 vueltas, Senna ya tenía 12 segundos de ventaja sobre su compañero de escuadra, gracias a una conducción sin apenas fallos. Tras de Angelis, Prost y Alboreto presionaban al Lotus, mientras la lluvia ganaba en intensidad. Para entender el infame estado de las cosas, Jacques Laffite sólo aguantó quince vueltas antes de meter su Ligier a boxes asegurando que seguir pilotando era peligroso e inútil, con esas gomas; y, pocas vueltas después, su jefe de equipo -Gerard Larrouse- llamó a boxes a su compañero de escuadra -de Cesaris- al ver que incluso yendo a paso de tortuga se estaba jugando un accidente.
Tras una lista de incidentes demasiado larga como para recitarla en estas líneas, en la vuelta 30, Senna ya estaba a 30 segundos por delante del otro Lotus, el primer McLaren, el primer Ferrari y ambos Renault (Tambay y Warwick, por este orden). Un giro después, Prost sufrió un aquaplaning bestial y se empotró contra el guardarraíl, en la zona de final de recta.
Incluso Senna creía que las condiciones eran tan deplorables que se le pudo ver en varias vueltas haciendo vistosos gestos hacia los boxes pidiendo que se parase la prueba. Poco a poco, el trazado luso cogió el aspecto de un campo de batalla, con coches tirados en los arcenes: McLaren, Minardi, Arrows, Tyrrell…
En la vuelta 43, Alboreto por fin lo vio claro para superar a de Angelis, y tras lograrlo, éste último trató de devolverle la maniobra, pero se salió en una zona de grava. A pesar de controlar bien el coche, Elio se vio obligado a bajar el ritmo para evitar más problemas y acabó en la cuarta plaza final, justo por delante de Mansell, autor de la remontada del día. De los Renault, sólo Tambay mantuvo el ritmo ligeramente, acabando tercero a una vuelta. Y Alboreto aseguró unos puntos valiosos, con su segundo puesto consecutivo en dos carreras, que le situaban como líder de la general.
Tras 67 de las 69 vueltas programadas -o dos horas, como establece el reglamento-, Senna fue proclamado vencedor, aunque a punto estuvimos de ver un accidente bastante bestia.
Si habéis visto algún vídeo de la bandera a cuadros, recordaréis que varios mecánicos de Lotus se metieron en la pista para celebrar la victoria, que Senna levantó el pie por si acaso, y que detrás
llegaba Mansell, a tope en la recta. Al encontrarse a Senna, tuvo que girar hacia la izquierda para evitarle y con ello, el inglés se metió en la hierba, derrapó unos 50 metros, antes de controlar el coche y volver al asfalto.
Ante los medios, Senna aseguró que las condiciones fueron tan cambiantes que jamás pudo ver qué sucedía detrás de él, que era muy complicado mantener el coche enderezado en las rectas, y que -como ya hemos comentado antes- debería haberse parado la carrera. Incluso, admitió que estuvo a punto de trompear en plena recta, como hizo Prost.
Aquel fue el primer GP que no ganó McLaren desde el de Gran Bretaña de 1984, ocho carreras antes. En cuanto a Senna, lograría seis poles más en 1985, y otra victoria, en Spa-Francorchamps. Esos dos triunfos, otros dos segundos puestos (en Austria y Brands Hatch) y otros dos terceros (en Zandvoort y Monza), le aseguraron la cuarta plaza a final de año.
Un mero aperitivo de lo que vendría después.
Abel Cruz - @ACPhotoCorse
Sin politica Monaco 84 lo gana Bellof
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