De sainete, de teatrillo y, como el título de la entrada, de chiste, vamos. Lo visto entre Hamilton y Vettel, que simbolizó el inicio de la guerra entre ambos, fue bochornoso, algo que se podía haber evitado, y parecía una situación satírica.
Todo empezó en la vuelta 19, con el segundo Safety Car debido a las piezas esparcidas por la pista del alerón de Kimi Raikkonen. El Safety Car iba camino del pit-lane, y en la curva 15 Hamilton, en un intento desesperado de calentar gomas y frenos, hacía lo que se llama un brake testing, es decir, un test de frenos, una frenada repentina. Vettel no lo vio venir, no le dio tiempo a decelerar e impactó su alerón delantero con el difusor del inglés. Ambas partes terminaron dañadas. Vettel no se lo tomó bien, nada bien, se emparejó con Hamilton, le levantó la mano y a la vez, en su gesto antideportivo, giró deliberadamente contra Hamilton y ambos impactaron rueda con rueda. Hamilton también le recriminó ese gesto, pero con la mano levantada.
Bien, hasta aquí. Creo que Vettel se ha excedido. Demasiado. Ha cruzado la línea que ya cruzó varias veces el año pasado. La diferencia, es que el año pasado eran gestos y palabras; este año ya son con toques en pista. En una acción completamente antideportiva, de bandera negra. Pongamos un ejemplo. Imaginemos un partido Barcelona-Real Madrid. En plena carrera hacia la portería, Luis Suárez tropieza con Sergio Ramos sin intención de este de provocar falta, el uruguayo se levanta y le propina una bofetada. ¿Verdad que sería expulsado? Pues en este símil, sale del lace con tarjeta amarilla.
Que Vettel haya hecho esto no es digno de él. ¿Recordáis que en la guía de este año comparé sus años en Ferrari con la historia del Doctor Jekyll y Mr. Hyde? Pues bien, este año ya hemos visto las dos.
Debe controlarse. Y más sin pedir perdón después de la carrera, preguntando encima qué había hecho, y sin asumir culpa ante la prensa.
El otro protagonista: Lewis Hamilton. ¿Tiene culpa? Bueno, nada más verlo pensé que sí, tenía parte de culpa por frenar, pero pensado más en frío, aunque no actuó del todo bien, no tiene culpa. Él es el líder. Tiene que dirigir el ritmo, sin cometer acciones erráticas, según el reglamento de la FIA. Según una telemetría casera sacada de la aplicación de F1 y realizada por f1talks.pl (@f1talks en Twitter), Hamilton no frena en seco, sino que lleva una deceleración constante hasta el momento del impacto. Por tanto, creo que el inglés no tiene tanta culpa como pensaba. Así que, libre de pecado... en carrera. Porque las declaraciones al canal Channel 4 de Gran Bretaña sobraban. "Si quiere demostrar que es un hombre, que lo haga fuera de la carrera. Que me diga a la cara lo que me tiene que decir". Declaraciones de, con perdón de la expresión, nigga de barrio americano.
Lo visto en Azerbaiyán tiene que sentar un precedente. Nadie debe tomarse la justicia por su mano, ni mucho menos hacerlo como un macarra, y aunque hubiera afectado al Mundial, debía haber sido descalificado. Para que aprendiera la lección. El lunes hay reunión de la FIA para investigar el accidente, y espero que tomen la decisión adecuada.
Todo empezó en la vuelta 19, con el segundo Safety Car debido a las piezas esparcidas por la pista del alerón de Kimi Raikkonen. El Safety Car iba camino del pit-lane, y en la curva 15 Hamilton, en un intento desesperado de calentar gomas y frenos, hacía lo que se llama un brake testing, es decir, un test de frenos, una frenada repentina. Vettel no lo vio venir, no le dio tiempo a decelerar e impactó su alerón delantero con el difusor del inglés. Ambas partes terminaron dañadas. Vettel no se lo tomó bien, nada bien, se emparejó con Hamilton, le levantó la mano y a la vez, en su gesto antideportivo, giró deliberadamente contra Hamilton y ambos impactaron rueda con rueda. Hamilton también le recriminó ese gesto, pero con la mano levantada.
Bien, hasta aquí. Creo que Vettel se ha excedido. Demasiado. Ha cruzado la línea que ya cruzó varias veces el año pasado. La diferencia, es que el año pasado eran gestos y palabras; este año ya son con toques en pista. En una acción completamente antideportiva, de bandera negra. Pongamos un ejemplo. Imaginemos un partido Barcelona-Real Madrid. En plena carrera hacia la portería, Luis Suárez tropieza con Sergio Ramos sin intención de este de provocar falta, el uruguayo se levanta y le propina una bofetada. ¿Verdad que sería expulsado? Pues en este símil, sale del lace con tarjeta amarilla.
Que Vettel haya hecho esto no es digno de él. ¿Recordáis que en la guía de este año comparé sus años en Ferrari con la historia del Doctor Jekyll y Mr. Hyde? Pues bien, este año ya hemos visto las dos.
Debe controlarse. Y más sin pedir perdón después de la carrera, preguntando encima qué había hecho, y sin asumir culpa ante la prensa.
El incidente visto desde la cámara on-board de Checo Pérez |
Lo visto en Azerbaiyán tiene que sentar un precedente. Nadie debe tomarse la justicia por su mano, ni mucho menos hacerlo como un macarra, y aunque hubiera afectado al Mundial, debía haber sido descalificado. Para que aprendiera la lección. El lunes hay reunión de la FIA para investigar el accidente, y espero que tomen la decisión adecuada.
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